No cuento con nada más que una sensación ínfima que despierta a cada amanecer.
No cuento con días ni con noches,
sólo con la sensación de tus labios eternos que me besan sin cesar a cada amanecer.
No cuento ni con la luna ni con las estrellas (ya trillados por los demás).
No cuento con el aire (aunque sin él, no pueda respirar)
sólo cuento con ese beso diario que me despierta al amanecer.
No cuento con los manjares ni con el agua,
sólo cuento con ese delicado dulce que proviene del néctar de tu boca.
No cuento con nada más que con mis manos para acariciar los suaves pétalos de tus labios.
No cuento con más que besos para subsistir.
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