10/16/2008

naftalina

Podemos volver a vernos sin querer,
podemos seguir corriendo sin parar,
podemos descubrir que solo somos lo que no hemos querido
y hasta podemos perdernos en nuestra oculta indiferencia por el deseo;
pero de lo que se nos hace difícil escapar
es de nuestra realidad (si es que existe alguna)
ella llega como la muerte.
Certera,
confiada,
sin ningún tipo de apuro
ella siempre llega
Como le llegó a Diógenes,
como le llego a Alejandro
A cada uno le llega su realidad
como nos llega el amanecer


Ojos que aprendan a mirar decía la canción
esa que elevaba la locura a los niveles de la alabanza
Delírium, aclara la voz, y sin ninguna explicación deja su mensaje pretendiendo que a mi me interese
Los usureros nos vende
nos compran
nos distancian
y hasta aprueban el valor de nuestras palabras
de quien es la victima
de quien es el victimario
quien es el dueño de mi deuda a la sociedad
esa pregunta ya no me la hago
solo la asumo como el termino de lo que debió venir sin decir adiós
Y las catedrales inmoladas
ruinosas e impertinentes
duermen y oscilan
al compás de la letra de esta ruidosa canción
son los cuentos imperfectos
de esta necesidad vaga que me hace
ser irracional
ser impertinente
ser incomprensible
Ya no existen las amazonas
ya no existe un Hércules ni mucho menos una Moby Dick
solo existimos nosotros
los prófugos de la contrariedad, que extendemos nuestro manto ante la regalía de las sensaciones desechables
Volcánicos
como la manía que tengo de escribir sin razonar
como la extenuante presunción de decirme igual
formo parte de esta charada barata
que compre en el bazar
perseguido?… no soy
y mucho menos seré asediado
ellos quieren escapar de mi
de lo que represento
de lo que soy
de lo que hago
pero no pueden
porque soy el que nació sin nacer
soy el ser al quien ellos mismos le han dado valor
forma
personalidad
y hasta poder .